Colo Colo y la “U” no se hicieron daño en aburrido partido jugado en el Monumental

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Colo Colo y Universidad de Chile protagonizaron una aburridísima nueva versión del Superclásico, sin hacerse daño en sus respectivos pórticos, concluyendo en una paridad sin goles al cabo de los noventa minutos de juego.

En el primer tiempo, la “U” controló bien a Colo Colo. El mediocampo, zona fundamental en un partido trabado, era un lugar donde se instaló muy bien el elenco de Mauricio Pellegrino, con Darío Osorio y Leandro Fernández ayudando mucha en ese lugar de la cancha.

Los albos tuvieron rápidamente una posibilidad de gol, cuando Esteban Pavez despachó un latigazo que Cristóbal Campos desvió de buena manera y la pelota golpeó caprichosamente en el horizontal.

No hubo, por largo rato, zozobras en ambos elencos. La “U” tuvo unos tibios acercamientos con Leandro Fernández y Nicolás Guerra, aunque no alcanzó para poner nervioso a Brayan Cortés. Algo mejor fueron las llegadas del Cacique cerca de los 40’, que a través de Fabián Castillo tuvo dos posibilidades consecutivas, la segunda bien repelida por el meta del Bulla.

En la segunda fracción, el equipo de Gustavo Quinteros machacó de entrada con Marcos Bolados realizando una buena jugada que hizo trabajar arduamente a la defensa de la “U”, por la presión que metían sobre el área de Campos.

Eso sí, esa intensidad no duró más de 10 minutos. A pesar de que siempre era Colo Colo el protagonista en Macul, los azules empezaron a asentarse mejor y el rancho no pasaba las mismas zozobras de los primeros minutos.

Pellegrino sintió que si no podía ganar, era mejor empatar. Por eso sacó a Darío Osorio y mandó a la cancha a Mauro Morales, para ganar en trajín en el mediocampo y apostar a algún contraataque o una pelota detenida.

Sin ideas y con el partido desgastado, los albos apuntaban a una genialidad de Bolados o Carlos Palacios, más el olfato de Darío Lezcano. A ellos se sumó, en los últimos minutos, Jordhy Thompson.

Todo fue en vano. El 0-0 no se movió de la cancha del David Arellano y los dos equipos más grandes sellaron un partido lleno de bostezos que, en estricto rigor, se define como aburrido y latero.

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